Depeche Headline Animator

3 sept 2006

La Santa Muerte y la evolución del cristianismo



La Santa Muerte y la evolución del cristianismo


A través de los estudios que se han hecho acerca del cristianismo en sus inicios se puede concluir, sin temor a equivocarse, que una de las acciones fundamentales que hicieron triunfar al cristianismo sobre todas las otras religiones en Roma fue la asimilación y la compaginación de conceptos y ritos de otras devociones, esto queda bien explicado cuando Franz Cumont en Las religiones orientales y el paganismo romano menciona que el cristianismo antiguo absorbió y compagino muchos de los fundamentos de otras religiones para hacerla católica (universal), para crear una religión que amalgamase las mejores características, tanto sentimentales como intelectuales, de las demás religiones orientales cimentadas en Roma, las cuales tenían como bases, la creencia en una bienaventuranza ulterior y la salvación a través de un sóter(salvador). Gracias a la compaginación y asimilación voraz del cristianismo antiguo se pueden dilucidar perfectamente las razones por las cuales el cristianismo católico actual posee rituales y conceptos que a veces parecen chocar directamente con los principios fundamentales de la religión, la mayoría de los sacerdotes y estudiosos devotos al catolicismo consideran estas discordancias como “entelequias”; cuestiones de fe que no necesariamente tienen que estar fundamentadas por una dialéctica para existir. Esto que podría parecer una falta absoluta de consistencia en la religión católica, fue en su inicio su gran táctica de sobrevivencia y crecimiento, mas en la actualidad esta arma podría provocar una herida muy grave en el catolicismo, propiamente dicho, en el catolicismo mexicano.


Antes de comenzar con la Santa Muerte y sus orígenes se debe comenzar por donde emana toda la ideología, ya que se debe recordar que los seguidores de la Santa Muerte nunca se han desligado del cristianismo y no piensan hacerlo a pesar de que la iglesia católica ve con muy malos ojos a este culto. Primeramente se necesita localizar al fundador del cristianismo moderno, que por extraño o común que parezca no es Jesús de Nazaret ya que el ni siquiera tenía planeado fundar una religión separada del judaísmo tradicional. De esta manera la mayoría de los estudiosos consideran que Pablo, mejor conocido como Saulo de Tarso; antes de ser segado en su camino a Damasco, fue quien instituyó los principios de la iglesia, a pesar de ser un apóstol de “rebote” o sea un apóstol que únicamente supo de la vida e ideología de Jesús a través de otros y que se integró a regañadientes a la primera comunidad cristiana creada por Pedro en Jerusalén gracias a su buena amistad con Bernabé[1]. Saulo proveniente de una acomodada familia judía que comerciaba con pieles fue educado en un ambiente helénico, alejado un poco de la rigurosa ley mosaica que normalmente conservaba su fiera ortodoxia únicamente en palestina y que fuera de estas fronteras tendía a impregnarse con las creencias locales. Así Saulo alejado de la severidad judía se desarrolló estudiando dos doctrinas, por una parte la judía y por otra la helénica, el efecto fue obvio y Saulo no tardo en sentir fuertes choques entre su religión y su forma de pensar, para fortuna de Saulo por la misma época empezaba a difundirse una nueva corriente fuertemente influenciada por Filón de Alejandría. Esta corriente otorgaba una nueva forma de observar a Dios, el cual se presentaba como un ser superior sin atributos, superior a la virtud y el conocimiento, superior a la belleza y la bondad, un ser tan elevado sobre el mundo que se requería una clase de mediador para establecer un punto de encuentro entre él y el mundo.


Ya con una filosofía que balanceaba el judaísmo y el helenismo Saulo únicamente tuvo que situar a uno de esos “mediadores divinos” para que el conflicto que cargaba fuera solucionado, de esta forma Saulo que conoció al cristianismo mientras trataba de afirmar su lealtad al templo persiguiendo cristianos, vio en la imagen de Jesús a la pieza que faltaba en su rompecabezas. De esta forma Jesús pasó de ser un servidor de Dios a ser la “luz y la verdad”, a ser parte del logos del que Heráclito[2] hablaba. Así Pablo fundó una religión que se guiaba por una justicia “superior” a la cual no se le podía atribuir características especificas.


De esta forma el cristianismo surge no como una propuesta, sino como una necesidad imperante de su época. Para cuando el cristianismo se impone a todas las otras religiones, el estado romano se encontraba sumido en la corrupción y la anarquía total, apunto del colapso político y financiero. Aunado a la incertidumbre social y política de la época (siglo IV) las tribus germanas habían traspasado las fronteras del Rin y habían atacado varias ciudades del norte del imperio el cual se encontraba normalmente bajo asedio bárbaro. Así entre guerras internas y externas, entre corrupción cínica e injusticia fragante los misterios de Isis, Adonis y Atis no otorgaban nada que pudiera servir al pueblo, el cual quedaba muy insatisfecho con los laxos valores morales de estos cultos y su poco interés para lograr la vida ulterior que prometían. Incluso el mitraísmo, culto que se caracterizaba por tener valores muy rígidos y promover un estoicismo beneficioso para el estado, estaba dejando huecos en su doctrina la cual había dejado de evolucionar desde la muerte de Zaratustra. Debido a esto Constantino después de un tiempo, un “sueño[3]” y una victoria vio con buenos ojos al cristianismo el cual había sobrevivido a varias persecuciones y que se encontraba en pleno crecimiento, absorbiendo y compaginando rituales y conceptos de los misterios que se encontraban en decadencia, misterios que empezaban a disgregar al pueblo romano.


Ya en el 325 con el apoyo estatal y con una expansión nunca antes vista por alguna religión, la iglesia realizó su primer concilio. Nicea tenía como objetivo dar un fallo acerca de la polémica que se había desatado sobre la sustancia de Jesús (engendrado o creado), por una parte se encontraban los arrianos[4] los cuales consideraban que Jesús no era parte de la trinidad y por lo tanto su sustancia, en su mayor parte, era coma la de cualquier ser humano. Por el otro lado se hallaban los que consideraban que Jesús era una expresión de la sustancia de Dios, del Logos, una deidad por sí mismo, pero sujeto al cuerpo de un hombre. Esto que podría parecer ocioso o una discusión bizantina, en el fondo contiene una de los fundamentos del catolicismo. Cuerpo Vs. Espíritu. ¿Qué se debe seguir? Se debe cultivar el espíritu dejando totalmente de lado las necesidades fisiológicas o acaso, poniéndolo dialécticamente, si el cuerpo tiene estas necesidades, ¿no es obvio que son para algo?, o sea, que si existen es irracional creer que Dios no las quiso desde un inicio; algunos dicen que estas necesidades son formas de probar el espíritu, sin embargo esta defensa tampoco satisface a la razón cuando el cristianismo dice que Dios no posee tiempo y que por lo tanto él sabe el resultado de dichas pruebas antes de hacerlas. Aun así con varios puntos inconclusos, al final de este concilio Constantino fue quien dio el voto de calidad para terminar el debate. Jesús es consustancial a Dios (engendrado, no creado) fue la postura que se tomó después del concilio de Nicea, postura que incluso a pesar del voto pretencioso de Constantino fue hecha basándose en las cartas escritas por Pablo, quien en II Corintos 5, 6. Dice: “Así que vivimos confiados siempre y sabiendo que entre tanto que estemos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor”. Con este pequeño pasaje de Pablo se puede englobar su opinión acerca del cuerpo. Mas ahora surge una pregunta, ¿Qué es el cuerpo? Pues si se toma en cuenta a Zaratustra y a Dylan Thomas[5], el cuerpo es vida, junto con la sangre que por ende se encuentra estrechamente ligada al cuerpo. La eucaristía, rito que proviene del mitraísmo hace la representación simbólica del cuerpo de un toro, el cual tiene miles de versiones acerca de su origen, en una pagina de Internet http://es.geocities.com/culturaarcaica/mitra.html, dice que el toro que inmoló Mitra, representado en las esculturas Romanas del siglo I y II, es Angra Mainyu (Ahrimán para los babilonicos) y en un e-book sobre mitología universal que se puede descargar desde http://www.ebooket.net/ menciona que el toro fue una creación de Ahura Mazda que más tarde Angra Mainyu contaminó obligando así a Mitra a cazarlo y matarlo para que la sangre y la carne del toro regenerasen la fertilidad de la tierra.


A pesar de las discrepancias existe algo que se conserva en todos los mitos, Mitra asesina al toro para generar vida utilizando sangre y carne de un animal que representa al mal encarnado. De esta manera el cuerpo a pesar de que se considera algo que puede ser contaminado por el mal, para los seguidores de Mitra, puede generar o regenerar vida. Incluso el mismo Jesús en Juan 6, 51 dice: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.” Con esto queda claro que incluso para el mismo Jesús (empleando uno de los evangelios más cercanos a la palabra de Jesucristo) el cuerpo no esta peleado con el espíritu, en ningún momento intenta satanizarlo o incluso decir que el cuerpo es un lastre para el espíritu, también se tiene que recordar que Jesús asciende al cielo con todo y cuerpo por lo tanto la persecución que insita Pablo es un extra de su propia ideología, ideología que a la postre dará como resultado lo que Nietzsche llamará “la doctrina de muerte[6]” creada por “anticristos” (apóstoles de “rebote” como Pablo) los cuales no promueven una ideología de vida, como lo deseaba Jesús, sino más bien una doctrina de muerte que intenta desarraigar al hombre de la vida terrenal y encaminarlo sumisamente a una vida de privaciones que lo llevará a un incierto reino de virtud y gloria que no llega y que parece, por cada milenio que pasa, que no llegará. Así, según los escritos paulinos, Jesús en vez de mostrar con el ejemplo como se podía morir por una doctrina, la cual iba en contra de la venganza y en pro del perdón a pesar de que costase la vida misma, pasó a ser un sacrificio expiatorio para cargar aún más el saco de culpas que de por sí la gente arrastraba.


Al respecto Nietzsche en El Anticristo dice: “Cuando el centro de gravedad de la vida no se coloca en la vida, sino en el “más allá”, en la nada, se arrebata a la vida su centro de gravedad. La gran mentira de la inmortalidad personal, despoja de toda razón y toda naturalidad al instinto[7].”


Recapitulando un poco, hasta ahora en este ensayo se ha analizado la naturaleza del cristianismo antiguo, su forma en la que poco a poco a través de absorciones y compaginaciones el cristianismo fue ocupando y rellenando los huecos que los misterios romanos no satisfacían, más tarde con el apoyo estatal, apoyo que se debía sobretodo por la capacidad que esta religión tenía para coaccionar diversos tipos de ideologías y costumbres, se realizó el primer concilio el cual estableció que Jesús a pesar de tener las dos sustancias, era parte de la trinidad dejando así, basándose en los escritos paulinos, al cuerpo como un cascaron que debe ser purificado y alejado de todas la tentaciones carnales. Tentaciones que son parte de la naturaleza y por lo tanto parte de la vida, vida que niega los evangelios paulinos y que crea una doctrina de muerte que únicamente espera el juicio final, juicio que se anuncia cada vez que se aproxima una fecha cabalística y que aún no llega.

El mexicano y la muerte.

Quizás en muy pocos países del mundo, se venera o se recuerda tanto a la muerte como en México, por poner un simple ejemplo, cuando un niño nace en México a veces tiene el bautismo y el cumpleaños juntos para que así los padres puedan ahorrarse una fiesta, sin embargo cuando una persona muere, se hacen nueve días de rezos, que básicamente entre el luto y la aceptación vienen siendo cinco días de fiesta. Ahh y pobre aquel que se coma un día de rezos, porque esos días son sagrados, ya que si un día falta puede que el tío, madre, padre, hijo o compadre no llegue a la vida en el más allá. Que revisando bien la Biblia no nos dice que el alma vaya directamente al cielo o al infierno, sino que descansará con el cuerpo hasta el día del Juicio Final. Al respecto Francisco de Quevedo tiene una narración llamada. Sueño del Juicio Fina, la cual cuenta de una manera satírica y hermosa un sueño que tuvo Quevedo acerca de la segunda venida de Jesús y de cómo los cadáveres salían de sus tumbas buscando sus partes perdidas y deshaciéndose de aquellas que pudieran delatar sus pecados ante Dios. Volviendo a lo anterior para el mexicano es muy importante la muerte, incluso más que la vida, el mismo Octavio Paz en El laberinto de la soledad (1950) extrae una frase que engloba perfectamente lo que es la vida y la muerte para el mexicano: La vida ya nos ha curado del susto de la muerte. Esta frase aparentemente tan simple, es tema para una tesis doctoral, porque engloba perfectamente la doctrina de la muerte la cual fue bien implantada durante la época más oscura del cristianismo (que por más banqueros gasten millones de dólares en películas para decir que la Edad Media fue la peor de todas la épocas, debo discrepar y decir que fue en pleno siglo XVII). Debido a la Reforma (1521) y después a la Contrarreforma (1563) el cristianismo español tomó una ortodoxia nunca antes vista, ortodoxia que se dedicó a cargar de culpas a una feligresía que se encontraba pasmada por guerras religiosas y temía más que en toda la Edad Media por un Juicio Final. De esta forma después de la conquista, el mexica que se encontraba derrotado, abandonado por sus dioses, rodeado por la muerte de sus cercanos, llenó de dudas y con una crisis existencial monumental, tuvo que cargar a demás con la muerte de Jesús, por pecados que ni siquiera sabía que había cometido.


Esta doctrina de muerte queda manifiesta también en la iconografía que incluso hoy perdura en lugares donde la gente es fuertemente religiosa, lugares como Xochimilco, específicamente en un pueblo llamado Santiago Tepalcatlalpan cuya iglesia posee una de esas grandes joyas de la iconografía mexicana, en la entrada de la iglesia se puede apreciar al santo patrono del poblado, Santiago. Históricamente Santiago (el mayor) era uno de los doce apóstoles de Jesús, nacido en Betsaida, hijo de Zebedeo y Salome y hermano de Juan (otro apóstol de Jesús). En vida algunos de los eventos importantes vistos o hechos por este apóstol fueron haber contemplado la transfiguración y la agonía de su maestro en el huerto de Getsemaní y haber sido el primer mártir del cristianismo al ser decapitado por los hombres de Herodes Agripa I, según Hebreos 12. 1. Sabiendo esto, esperaríamos que en la iglesia de Santiago se encontrara la clásica imagen bizantina del apóstol vestido como senador romano, una imagen sin nada en especial más que la clásica pasividad en el rostro que debe caracterizar a un hombre que se supone siguió a Jesús, sin embargo la imagen es todo lo contrarío, el Santiago que se encuentra en esta iglesia es Santiago Matamoros, supuestamente el mismo santiago, pero en versión natural born killer reconquista española, la escultura muestra a Santiago montando un caballa blanco casi idéntico al caballo de Mefistófeles en la pintura de Juan k. Füssli (1741-1825) titulada pesadilla nocturna. Aunado al caballo que parece haber sido sacado del infierno Santiago se encuentra empuñando una espada mientras el casco de su equino se apoya en la cabeza de un moro decapitado.


Me gustaría decir que el Santiago Matamoros es el único santo de este tipo en el país, sin embargo no es así, la proliferación de este tipo de iconografía es parte de la religiosidad de México, una religiosidad que no emparenta a los fieles con la vida, sino con la muerte, muerte que se ha materializado en el culto a la Santa Muerte.


Sin embargo, ¿dónde surge esta secta? Cuyo nombre completo es "Iglesia Católica Tradicional MÉX-USA, Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús" y usa como iconografía a un esqueleto armado con una guadaña, cubierto por un manto que varia de color según la época del año y los favores que se le pida.


El origen del culto a la Santa Muerte es muy incierto, aún para sus mismos seguidores. Algunos de ellos lo consideran un culto prehispánico, que sobrevivió a pesar de la oposición de la Iglesia Católica. Según los que promueven esta devoción, se trataría de la supervivencia del culto a Mictlantecuhtli, que, en la mitología azteca, es el dios de la muerte, señor del Mictlán, el silencioso y oscuro reino de los muertos. Esta divinidad prehispánica se podría asemejar al dios maya Ah Duch, al que solía representársele como un cuerpo putrefacto con una cabeza casi calavérica adornada con campanas, collares de huesos y plumas. A Mictlantecuhtli se le representaba como un esqueleto, o al menos su cabeza era una calavera. Los aztecas, con el fin de tener aplacado a Mictlantecuhtli, le enviaban regalos suntuosos, entre los que no faltaban pieles de hombres desollados para que cubriera sus huesos descarnados. Otros difusores de este culto lo consideran de origen africano, introducido por los miles de esclavos africanos que fueron arrancados de su tierra para trabajar en los territorios conquistados, aunque esta teoría es poco consistente.


Otros más aseguran que en el siglo XIX, sin llegar nunca a precisar la fecha exacta, la Santa Muerte se le apareció en una visión a un brujo chamán del pueblo de Orizaba, en el estado mexicano de Veracruz. Según esta versión, la Santa Muerte le ordenó a este chamán difundir su culto. Ella, por su parte, se comprometió a auxiliar grandemente a quien acudiera a ella en búsqueda de ayuda. Algunos dicen que este brujo chamán se desplazó a varias ciudades instruyendo a varios brujos que más tarde se trasladaron a varios importantes mercados de la Ciudad de México y del norte del país.


En la actualidad el culto a la “Santísima” reconoce a Enriqueta Romero como la fundadora de la primera capilla de la “Niña” (como también se le dice de cariño) en el D.F. situada en Tepito y que ha permanecido abierta desde 1962, año en el que Leonor Paredes tía de Enriqueta Romera murió dejando a cargo la protección de la “Señora Negra” a su sobrina, la cual no dudo en hacer publica su devoción a la Santa Muerte abriendo una capilla junto a su casa dedicado únicamente a la devoción de la “Señora Blanca”, devoción que ha ido ganando adeptos año tras año, sobretodo gracias a su presencia en los barrios de Tepito.


Para los seguidores de la “Santísima” está entidad es una potencia que existe desde el inicios de los tiempos y que posee un poder colosal, incluso superior al de muchos santos, poder que puede ser controlado por los seguidores a través de las imágenes de la “Señora Blanca”, de esta forma surge una pregunta, ¿Desde cuándo la muerte paso de ser un evento, a ser una potencia manipulable?, la respuesta es obvia si se sabe el tipo de vida que se lleva en las colonias en las que prolifera este culto (Tepito y la colonia Morelos), colonias muy violentas en las que se respira todo el día la misma presencia, presencia que mantiene alerta y activas a todas las personas de estas localidades, presencia que por extraño que suene, las mantiene vivas. Así la potencia de la muerte se hace factible cuando se cree realmente en ella, cuando se considera algo que se mantiene incluso cuando los dioses desaparecen en los tiempos de crisis.


Como se sabe la religión católica utiliza un cathenoteismo light disfrazado (la devoción a los santos), el cual dice Charles Guignebert fue creado para que el cristianismo pudiera penetrar en el campo sin perjudicar los ritos de las comunidades a las cuales se quería llegar. De esta forma surge el aspecto de la plurifuncionalidad de esta “Santa”, los devotos dicen que si se sigue fielmente la voluntad de la “Santísima” puede servir para el amor, para mejorar la situación económica, mantener o mejorar la salud, obtener comida, venganzas e incluso provocar muertes. Asimismo la “Santísima” no juzga obras, sino devoción, permitiendo a los devotos poder mantener una fe que no condena sus labores delictivas (si es que las tiene). Incluso se dice que esta santa protegió por mucho tiempo a Daniel Arizmendi y Gilberto García alias “El June”. Y para que se den una idea de cuales son las plegarias que se necesitan para pedir los favores de la “Señora Oscura” aquí está la novena de la Santa Muerte, la cual se puede conseguir en www.santamuerte.galeon.com

Pasando a otro tema, con toda seguridad uno de los aspectos que unen la doctrina de la muerte del cristianismo con el surgimiento de la Santa Muerte es una frase de Enriqueta Romero fundadora y líder del culto a la “Santisima”: “todos nacemos con algo chueco”. Algunos consideraran que esta frase tiene más que ver con la segunda religión del mexicano (la corrupción), sin embargo esta frase es tan paulina como aquella de se encuentra en II Corintos 5, 6. “Así que vivimos confiados siempre y sabiendo que entre tanto que estemos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor”. Lo chueco que menciona esta mujer no es vender contrabando en La Lagunilla, ella se refiere directamente al pecado original, aquello que incluso se reinventa y se transforma para perseguir y marcar a cada católico que permita ser marcado por esta culpa que se sigue pregonando como un dogma que pretende prohibir la vida.
Otro de los aspectos fundamentales que la gente valora en la “Santísima” es el aspecto de la justicia, en su equidad la Santa Muerte se lleva tanto ricos como a pobres, inteligentes y entupidos, bellos y feos, jóvenes y viejos, justos e injustos. En si misma ella representa una constante, algo de lo cual nadie se escapa y que por lo tanto da un estatus de igualdad a todos los hombres. En una película de 1960 (Macario) dirigida por Roberto Gavaldón, basada en el libro de Bruno Traven y estelarizada por Ignacio López Tarso se muestra en una escena la afinidad que tiene el mexicano con la muerte. Macario, el protagonista, buscando un lugar en un bosque donde comer tranquilamente encuentra a Dios el cual le pide un poco de lo que estaba comiendo, Macario contesta que no, porque Dios tiene todo y se aleja de su presencia. Más tarde se le presenta Satanás y éste le pide lo mismo, Macario le contesta que él no es “parejo” y de igual manera se aleja también del lugar. Ya en lo profundo del bosque Macario encuentra a la muerte la cual le solicita también comida, esta vez Macario acepta compartir su comida ya que la muerte si es “pareja”.
Esta justicia que en muchas ocasiones parece estar distante del Dios que se supone que es puro amor y pura compasión, llega de la misma manera en la que llega el cristianismo a Roma, no como una propuesta, sino como una necesidad, un aspecto que tiene que existir en una religión para que la gente continué creyendo en ella.

Aseveraciones finales.
Con esto se puede concluir que el culto de la Santa Muerte no surge directamente del ingenio del mexicano, unido con mitología Azteca, sino surge como la combinación de la materialización de la doctrina de muerte de Pablo, el cathenoteismo light disfrazado de la iglesia
y la absorción y compaginación de ritos y conceptos de otras religiones y filosofías.
Para concluir, es muy extraña y reprobable la postura que ha tomado la iglesia católica con respecto al culto de la Santa Muerte, el cual surge como una consecuencia de la doctrina de muerte, además a la iglesia jamás le ha servido defender una ortodoxia ya que en si misma la iglesia católica en una amalgama que debe su triunfo a la evolución y a la absorción.
La Santa Muerte únicamente es la evolución lógica de la religión católica, incluso en sus preceptos es mucho más liberal (a pesar de ser una religión de muerte).
La iglesia deber recordar que se impuso a todas las otras religiones gracias a su capacidad de fusionarse, su triunfo no estuvo condicionado a guerras, sino en base a sincretismos que tomaban un trozo de cada ideología para que crear un concepto universal (católico) que pudiera satisfacer las necesidades sentimentales e intelectuales de diferentes pueblos.


[1] Bernabé, nombre que dieron los apóstoles a José, uno de los miembros de la primitiva Iglesia cristiana en Jerusalén, identificado en el Nuevo Testamento como “hijo de la consolación” (He. 4,36).


[2] Afirmaba que el mundo está dirigido por un logos parecido al fuego, una fuerza divina que produce el orden y el modelo perceptible en el flujo de la naturaleza. Creía que esta fuerza es similar a la razón humana y que su propio pensamiento participaba del logos divino.


[3] “In hoc signo vinces”. Con esta señal serás vencedor.


[4] Arrianismo, herejía cristiana del siglo IV d.C. que negaba la total divinidad de Jesucristo en su pleno sentido. Recibió el nombre de arrianismo por su autor, Arrio.


[5] This Bread I Break (Este pan que parto) poema contenido en “veinticinco poemas” (1936)


[6] Federico Nietzsche, El Anticristo, editores mexicanos unidos,1993, Pág. 74.


[7] ID, Pág. 79.



No hay comentarios.: