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16 oct 2006

"Una Princesa Mexica En Los Pirineos” 2a Parte


En esta segunda parte contaré la travesía para encontrar a la princesa Xipahuatzin.

El primer paso fue llegar a la ciudad más cercana a la sierra de Cadí, La Seu D’ Urgell, de ahí un autobús o autocar, usando el termino local, me llevó por la carretera N-260, camino que llega a Puigcerda, descendí del transporte en un lugar llamado El Pont de Bar, que era la parada mas cercana a mi destino, mi sorpresa mas agradable en ese momento fue ver y sentir la nieve por primera vez en mi vida ya que era invierno y recientemente había nevado.

Posteriormente guiado por un mapa que aparecía en un artículo de una revista, de la cual llevaba fotocopias, me dispuse a seguir la dirección indicada, con el objetivo de encontrar una bifurcación en el camino que me llevara a Toloriu, me confundí un poco ya que estaba rodeado de montañas, así que le pregunte a una señora que bajo del autobús conmigo en donde se encontraba el pueblo, amablemente me señalo una cruz que remataba una pequeña construcción en lo alto de la montaña que estaba frente a nosotros, indicándome que ese era, sorpresa!!!, no tome en cuenta la topografía en el mapa que estaba sirviéndome de guía.

Después de caminar unos minutos, llegue a la bifurcación que conduce a Toloriu, ya con la idea de que me esperaba un largo trecho cuesta arriba para recorrer, justo cuando comenzaba a hacer camino una camioneta 4X4 apareció detrás de mi, me hice a un lado para darle paso, pero se detuvo, un señor de aproximadamente 60 años, bajó la ventanilla y me preguntó si iba a subir, inmediatamente le dije que si. Una vez arriba del transporte nos presentamos, resultando que él también se llamaba Jorge, en catalán Jordi, le comenté que iba a Toloriu siguiendo la leyenda de la princesa mexica, por primera vez oí nombrarla “Chipaguatzin”, esto debido a que los catalanes pronuncian la “x” como “ch” además de que castellanizado “hua” se pronuncia “gua”.

Jordi me contó también que su mamá era de México, nació en Cuba, pero llego muy pequeña a Veracruz, así que se crió ahí y se consideraba mexicana, conoció a su padre se casaron y mudaron a España, ahí nacieron el y su hermano, su mamá siempre quizo regresar a México, ser enterrada en su tierra, pero no pudo y murió lejos del que consideraba su país, posteriormente Jordi y su hermano viajaron a México en representación de ella, esta historia me dio un poco de nostalgia por México.

Me hizo saber también que él vivía en el último pueblo de la montaña, El Querforadat, donde compartía la casa con su hermano, y me ofreció su ayuda si algo se me ofrecía.

Llegamos a Toloriu, es un pueblo pequeño, sobresale la torre de la iglesia, tiene una vista excelente de lo que son las primeras elevaciones de los Pirineos y la sierra de Cadí, después de despedirme de Jordi dirigí mis pasos al pueblo, fue un poco difícil caminar por la nieve, ya que me resbalaba, el pueblo estaba desierto solo ví a un señor que se encontraba fuera de una casa barnizando unas puertas.

Finalmente después de varios resbalones y con las calcetas totalmente mojadas llegué a la iglesia, una construcción sencilla pero muy agradable. Me sentí un poco frustrado al ver que estaba cerrada y el interior estaba lleno de herramientas, costales de yeso y botes de pintura, estaban remodelándola.

En la parte superior izquierda de la entrada se encuentra la placa en memoria de la princesa, prácticamente esta construcción indica la parte final del pueblo, en la parte de atrás se encuentra un pequeño cementerio, pude adivinarlo por a las cruces que sobresalían en la nieve.


Después de maravillarme con el espectáculo de los pirineos nevados regresé a la parte frontal del pequeño templo, tratando de buscar algún otro indicio de la princesa, tal vez algún letrero o algo que me dijera más de ella, no encontré nada.

Recordé al señor que se encontraba barnizando y fui a buscarlo, seguía ahí entretenido, lo interrumpí presentándome y preguntándole acerca de la princesa, muy amablemente comenzó a platicarme lo que sabía, lamento mucho no recordar su nombre, solo recuerdo el de su esposa, debido a que es el mismo que el de mi madre, Araceli, me la presentó posteriormente cuando me invito a entrar a su casa para mostrarme una foto de la iglesia hacia años, me platicaron que eran originarios de Palma de Mallorca. Sólo estaban ahí por días libres, esperaban a su hija que llegaría de Barcelona, supongo que vieron el hambre en mi rostro, ya que me ofrecieron una lata de coca-cola y un emparedado de sobresada (un embutido originario de Mallorca), la verdad me hicieron un gran favor ya que tenía mucha hambre y aunque no como mucho cuando estoy de viaje si es necesario para continuar.

Después de contarme algunos pormenores de la leyenda de la princesa, me indicaron también como podría llegar a Cal’ Bima. Muy contento y con el estómago lleno salí de Toloriu tomando el camino que lleva a El Querforadat, cuesta arriba, ya que como me había dicho Jordi, es el último pueblo de la montaña.

Horas después cansado, con frío y hambre llegué a El Querforadat, desde ahí se puede ver en la cima de una montaña Cal’ Bima. Para llegar ahí había que bajar de donde estaba hacia un pequeño valle por donde corre un río, de ahí hay que subir nuevamente otra cuesta para llegar finalmente a la casa.

Ya era tarde y estaba oscureciendo, seguí el camino con el fin de cruzar el pueblo y bajar al valle, pero al darme cuenta de que se iba a hacer de noche antes de llegar a mi objetivo regresé sobre mis pasos. No tenia ni idea de donde iba a quedar a pasar la noche ya que no había ningún hotel, recordé a Jordi, me puse a buscar su casa en el pueblo guiado por la descripción que me había dado, finalmente la encontré, pero no había nadie, esperé un rato, poco después llegó una camioneta, era el hermano de Jordi que regresaba, me presenté y le conté rápidamente la historia de cómo conocí a su hermano y que lo buscaba para pedirle posada por esa noche. Él desconfió de mí, lo cual era comprensible. Aún así me dijo que en la última casa del pueblo se encontraba un guardia chileno que vigilaba el lugar, y que tal vez él podría ayudarme.


Tomé el camino hacia la casa que me habían indicado, cuando llegué encontré a un señor de unos 40 años de edad, le conté mi historia y le pedí refugio por una noche. Me dijo que ahí se encontraba el dueño y que estaba a punto de irse, pero tendría que hablar con él, pues bien me dirigí con la persona que me indicó, lo llamó Félix (un hombre con fisonomía ibérica y barbado), me presenté y conté mi historia nuevamente, cuando le pedí refugio me dio una respuesta negativa. Me entristecí un poco, pero comprendí su posición, recordando que estaba por irse, le pregunté si podría llevarme a Puigcerda, ahí tal vez conseguiría un hotel donde pasar la noche, su respuesta fue favorable.

Después de meditarlo un poco, Félix me preguntó que quería, le dije que estaba ahí por la leyenda de la princesa pero la noche había llegado antes de que yo llegará a Cal’ Bima, así que tendría que posponer la visita para el día siguiente. Después de contarle esto cambió su actitud y me permitió quedarme a pasar la noche ahí, me ofreció de cenar y me contó acerca de un viaje que hizo a México y también sobre la princesa.

La casa de Félix era un restaurante para los fines de semana y temporada de vacaciones, él es chef; ahí se encontraban el guardia chileno cuyo nombre no recuerdo, me disculpo por esta situación, también estaba un matrimonio originario de Ecuador, todos empleados de Félix.

Durante la cena Félix me dijo que la princesa “Chipahuatzin” pasaba largas temporadas en Cal’ Bima, añorando regresar a México, cosa que nunca hizo. La leyenda también contaba que había muerto de tristeza por este mismo motivo.

Varias personas habían buscado el tesoro, algunos decían que lo habían encontrado, otros que todavía está enterrado en algún lugar de la zona, en la iglesia de San Jaume en Toloriu o en Cal’ Bima o en algún lugar de la sierra de Cadí, la imaginación de las personas juega con todas estas posibilidades y va enriqueciendo más la leyenda de Xipahuatzin.

Después de la cena Félix se retiró, no sin antes indicarme donde dormiría, caí como piedra, por la mañana desperté temprano y después de despedirme emprendí el camino a Cal’ Bima; después de una caminata no muy larga llegue finalmente a mi objetivo.

La puerta principal estaba asegurada con un pedazo de alambre, lo quité y pude acceder al interior de la casa. Lo primero que pude ver en el interior fue el patio, es bastante amplio, también hay lo que parece eran caballerizas y una bodega.

Pude ver el acceso principal a las habitaciones de la casa, el lugar es algo tétrico pero no me dio miedo. Entré y vi el descuido en el que estaba Cal’ Bima, había botellas, latas de comida y basura, en una de las esquinas se había acondicionado una parrilla, obviamente era usado para fiestas por la gente. En una repisa encontré un par de velas, un impulso me llevó a tomarlas aún y cuando no las necesitaba ya que llevaba una lámpara. Recorrí todas las habitaciones de la casa, abrí las ventanas para que entrara un poco de luz, me pareció un lugar agradable a pesar de todos los desperfectos que presentaba.

Permanecí un rato en la casa, recorriéndola, cada rincón, no recuerdo exactamente cuanto tiempo pasó, pero la experiencia fue única, de las paredes de la casa, donde consideré que era la parte mas antigua, tome dos piedras; del suelo del patio tome tierra que puse en un pequeño recipiente.

Salí de la casa, cerré la puerta principal con el trozo de alambre que tenía en un principio y antes de irme saqué de mi mochila una de las velas que encontré en el interior, la puse en el suelo sobre la nieve y la encendí con mi encendedor, no pensé muchas cosas en ese momento, simplemente sabía que esa vela era para la princesa. Le agradecí el haberme dejado encontrarla y emprendí el regreso.

En el camino de regreso tuve un pequeño contratiempo, me perdí, no encontraba como regresar al valle para volver a subir a la montaña en donde está El Querforadat, después de un rato decidí tomar el camino más rápido: ir cuesta abajo hasta encontrar el río que corría, y que todavía podía escuchar. Esto fue un poco doloroso ya que me resbalé, rasguñe y golpee con algunas ramas, pero no paso a mayores. Finalmente encontré el río y lo seguí de regreso hasta encontrar el camino. Pase por El Querforadat, un rato después tuve a la vista Toloriu, pase a despedirme de Araceli y de su esposo, para agradecerle sus atenciones, me presentaron a su hija que ya había llegado de Barcelona, me regalaron también sobresada, el embutido con el cual me habían preparado el emparedado en el día anterior.

Me despedí de ellos y antes de dejar Toloriu me dirigí a la iglesia de Sant Jaume, tome dos piedras de sus muros y en la entrada coloqué y encendí la vela que tenía en mi mochila. Con esto completaba mi agradecimiento a la princesa Xipahuatzin por dejarme encontrarla, me despedí de ella y seguí mi camino de regreso.

Unas semanas después regresé a la ciudad de México, al día siguiente de mi llegada, fui al centro de la ciudad, una vez ahí me dirigí a las ruinas del templo mayor, la que era la mayor construcción de la antigua Tenochtitlan, ahí se adoraba al dios de la guerra Huitzilopochitli y al dios de la lluvia Tláloc, ahí se hacían los rituales en los que se arrancaba el corazón a los sacrificados y se ofrecía a los dioses. En las ruinas, arroje dos piedras de las que lleve conmigo, una provenía de Cal’ Bima y otra de la iglesia de Sant Jaume, también deposite parte de la tierra de Cal´Bima.

Esta es la historia de la princesa Xipahuatzin, la leyenda la convirtió en la guardiana del tesoro de su padre, el Huey Tlatoani Motecuzoma Xocoyotzin, un tesoro de oro, plata y piedras preciosas. Para mi el tesoro fue encontrarla a ella, conocer su historia y los lugares donde estuvo que aún conservan su esencia. Parte de esa esencia está de regreso ya en el lugar de sus antepasados, nombrado por ellos como el corazón del único mundo, la ciudad de México-Tenochtitlan.



© JFRB 0413092006

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante tu artículo. Muchas gracias por compartirlo.
:)